Perdona nuestras ofensas
Tuve que pedir perdón hoy. No me gustó el ejercicio para nada. Es mucho más cómodo ser la persona ofendida que tiene que perdonar, aunque eso también puede ser difícil si la ofensa ha sido grande. Pero pedir perdón, si se hace de veras y no ligeramente como una obligación social, golpea al ego que siempre quiere tener razón. No soy la persona tan perfecta como me habría preferido considerarme.
No sé si la persona que ofendí me va a perdonar o no. Pero no tengo que andar con la cabeza abajo. Cristo murió en la cruz para pagar mi deuda. Dios me ha perdonado. Espero que la otra persona también me perdone, porque podríamos seguir como amigos. Si no lo hace seguirá con el enojo, que no lleva a una vida feliz.
Las ofensas nos separan. Solamente podemos vivir en paz cuando aprendemos a perdonar a otros como hemos sido también perdonados.
No sé si la persona que ofendí me va a perdonar o no. Pero no tengo que andar con la cabeza abajo. Cristo murió en la cruz para pagar mi deuda. Dios me ha perdonado. Espero que la otra persona también me perdone, porque podríamos seguir como amigos. Si no lo hace seguirá con el enojo, que no lleva a una vida feliz.
Las ofensas nos separan. Solamente podemos vivir en paz cuando aprendemos a perdonar a otros como hemos sido también perdonados.
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