Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

9.6.07

Adelante, Susana

El mensaje de correo electrónico que acabo de recibir es largito y lleno de errores de gramática y ortografía. Es de una mujer que apenas conozco (creo que hablé unos diez minutos con ella hace dos años), pero me cuenta con mucho detalle sus planes para el verano. Sin embargo, el mensaje me ha tocado.

Susana tiene parálisis cerebral. Es muy consciente de que tiene un aspecto raro. Cuando camina parece que en cualquier momento se va a caer. Le cuesta coger cosas en las manos. Cuando habla es difícil entender lo que dice.

¿Quieres adivinar lo que ella va a hacer este verano? Trabajará en un campamento para niñas. No irá a un campamento para minusválidos para que otros le mimen y le sirvan, sino va a trabajar para ayudar a niñas "normales". Ya serán 13 veranos en que lo ha hecho, y están tan deseosos que ella participe que le han construido rampas para su silla de ruedas y una ducha más grande para hacer su vida más cómoda. Su trabajo oficial está en la oficina, pero lo más importante ¡es su papel como consejera para niñas con problemas!

Traduzco del inglés (y corrijo un poco) un párrafo: "Me encanta cuando unas niñas dicen que tengo una sonrisa impresionante. Cuando anticipo que dirán que camino y hablo de una manera rara, ven más allá de mis limitaciones y perciben a una persona a quien quieren. Luego no van a tener miedo de otros similares que pueden ver en el cole, sino verán a alguien que puede ser un amigo. Gracias, Señor, que es maravilloso que me uses de tal manera."

Cuando yo llegué al final de la carta me sorprendió la despedida. Dijo que por fin había llegado, que era la tercera vez que lo había escrito porque las dos veces antes cuando intentó mandar la carta el ordenador la perdió. En mi imaginación la vi sentada al teclado metiendo las palabras letra por letra con un dedo y podría sentir lo que tenía que haber sido frustración cuando desapareció sin señas su trabajo. No se dio por vencida.

Pues, adelante, Susana. Tu deseo de ser útil y ayudar no solamente a las niñas del campamento sino a otros descapacitados que ellas conozcan luego es modélico. También lo es tu persistencia cara a las dificultades, que para ti son muchas. Te quiero.