Pero esa aventura no la quería
El otro día me negaron el privilegio de donar sangre por mi edad. Fue un choque, porque aunque no he donado en unos años nunca me han puesto ninguna dificultad para hacerlo. ¡Por mi edad!
Sí, sí, yo sé. Si no morimos primero, todos llegamos a este punto. Lo he estudiado y me había sentido bastante preparada para envejecerme. Sin embargo, fue un choque duro, porque siempre me he sentido fuerte y capaz.
Se me ocurre que hay varias transiciones en nuestra vida cuando cambiamos del tipo de aventura que vamos a tener. A veces los cambios nos agradan y a veces no. Los niños sueñan con ser grandes, pero sin la responsabilidad. Los jóvenes quieren seguir guapos y a la vez ganar mucho dinero. Un vecino me contó cómo había reaccionado con horror su hija la primera vez que alguien la llamara "señora". Conozco a gente que no aguanta la desaparición de su atractivo sexual y lucha por mantenerse "joven" con resultados que serían cómicos si no fueran tan tristes. Hay que adaptarse a diferentes tipos de aventuras.
Así que me han llegado las aventuras de las restricciones por la edad. Siempre he creído que cuanto más restricciones tenemos, más oportunidad hay para que Dios se muestre poderoso de nuestra parte. Cuando nos creemos capaces de hacer algo nosotros mismos, a veces ni le consultamos a Dios. Pero cuando no hay dinero, cuando no hay tiempo, cuando no hay gente para ayudar, cuando no tenemos fuerzas o conocimientos u oportunidades, tenemos que depender más de la bondad y la gracia del Señor. Parece que ahora tengo la oportunidad de comprobar si es cierto.
De su parte, Dios promete apoyarme. "Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré." (Isaías 46: 4).
Sí, sí, yo sé. Si no morimos primero, todos llegamos a este punto. Lo he estudiado y me había sentido bastante preparada para envejecerme. Sin embargo, fue un choque duro, porque siempre me he sentido fuerte y capaz.
Se me ocurre que hay varias transiciones en nuestra vida cuando cambiamos del tipo de aventura que vamos a tener. A veces los cambios nos agradan y a veces no. Los niños sueñan con ser grandes, pero sin la responsabilidad. Los jóvenes quieren seguir guapos y a la vez ganar mucho dinero. Un vecino me contó cómo había reaccionado con horror su hija la primera vez que alguien la llamara "señora". Conozco a gente que no aguanta la desaparición de su atractivo sexual y lucha por mantenerse "joven" con resultados que serían cómicos si no fueran tan tristes. Hay que adaptarse a diferentes tipos de aventuras.
Así que me han llegado las aventuras de las restricciones por la edad. Siempre he creído que cuanto más restricciones tenemos, más oportunidad hay para que Dios se muestre poderoso de nuestra parte. Cuando nos creemos capaces de hacer algo nosotros mismos, a veces ni le consultamos a Dios. Pero cuando no hay dinero, cuando no hay tiempo, cuando no hay gente para ayudar, cuando no tenemos fuerzas o conocimientos u oportunidades, tenemos que depender más de la bondad y la gracia del Señor. Parece que ahora tengo la oportunidad de comprobar si es cierto.
De su parte, Dios promete apoyarme. "Y hasta la vejez yo mismo, y hasta las canas os soportaré yo; yo hice, yo llevaré, yo soportaré y guardaré." (Isaías 46: 4).
0 Comments:
Publicar un comentario
<< Home