Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

Mi foto
Nombre:
Lugar: Indiana, United States

13.1.07

Libertad para Rosa

Rosa me había invitado a su casa para explicarle lo que implica estar lleno del Espíritu Santo. Había visto los cambios espectaculares que el Espíritu había producido en su hija, y quería lo mismo para sí.

Juntas leímos los pasajes bíblicos que tratan el asunto. Ella estaba muy deseosa de tener alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio que son resultados de estar dirigido por el Espíritu (Gálatas 5: 22 – 23). Pero se sorprendió mucho al leer los versículos justamente antes de este pasaje, que hablan de los resultados de seguir los malos deseos que tenemos como parte de nuestra naturaleza humana. Se sorprendió porque además de mencionar la inmoralidad, los odios, la envidia, y cosas así, también señalan la brujería.

Ella no era bruja, ni mucho menos, pero había visitado muchas veces a una “sabia” para conseguir ayuda con problemas de la familia. No sabía que Dios no estaba de acuerdo con tal práctica, y así tenía en su habitación dos cajas de cosas que supuestamente operaban para controlar a sus familiares.

Pero habíamos hablado mucho ese día. La hora ya estaba avanzada y yo tenía un compromiso importante. Tuve que dejarla en ese momento, pero nos pusimos de acuerdo en vernos otra vez la semana siguiente. Mientras tanto ella se desharía de sus talismanes e invitaría a Jesucristo y al Espíritu Santo a tomar primer lugar en su vida.

Cuando volví, encontré a Rosa confundida y avergonzada. Dijo que no había podido tirar las cajas de cosas, que había sido físicamente imposible. Se había acercado al estante donde estaban, pero fue incapaz de levantar los brazos para coger las cajas. No entendía lo que le pasaba y temía que yo creyera que lo estuviera inventando.

Averigüé que tampoco había entregado su vida al Señor. Empezamos por allí. Ella pidió perdón al Señor por los años en que había andado a su aire sin tomarle en cuenta, e invitó al Espíritu a entrar en ella. Apenas terminada la oración cortita, se puso de pie diciendo que ya podía tirar las cajas. Las trajo de inmediato sin problemas y tiramos las cosas de tal manera que no pudieran afectar a otros. Luego ella abrió las ventanas y declaró que se sentía libre y fresca por primera vez en mucho tiempo.

La fuerza de maldad es real. No podemos combatirla con nuestra fuerza solamente. Necesitamos el poder de Dios para liberarnos.