Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

2.1.07

Deja que suene el teléfono

Mientras barría la casa empecé a pensar en una cita que mi marido tendría en la noche. Venía Roberto para la primera sesión de una "introducción" a la vida cristiana. Roberto había decidido creer en Jesucristo hacía un par de años, pero hasta la fecha nadie le había orientado en cuanto a cómo vivir la vida cristiana.

Yo sabía que el encuentro de esa noche era de mucha importancia para la vida de Roberto. Pero se me ocurrió que él no querría acudir. Sería más cómodo no examinar su vida, especialmente con otra persona. Como él era una persona muy cumplida, a lo mejor llamaría para disculparse y salir del compromiso. Para no tener que hablar con mi marido, llamaría durante el día cuando sabía que Edwin no estaba en casa. Pero yo no tenía autoridad para reñirle y decirle que viniera. Yo sería nada más la mensajera para informar de la cancelación. Tenía que evitar hablar con él, entonces, para que la cita no se cancelara. El teléfono no tenía servicio de identificación de la persona que llamaba, así que la única manera de asegurar la falta de comunicación era de no contestar el teléfono el resto del día. De alguna manera yo sabía que eso era lo que tenía que hacer.
Apenas había tomado esa decisión cuando sonó el teléfono. Siempre me molesta ese sonido, pero resistí la respuesta habitual. Dejó de sonar, pero obviamente él intentaría de nuevo. Varias horas después sonó de nuevo, con el mismo resultado. Media hora más tarde sonó de nuevo, y en eso yo sabía que le entraba la ansiedad, porque la hora se acercaba. Cuando sonó por cuarta vez, yo oía el motor de nuestro coche y salí a animar a Edwin a venir rápidamente para contestar.

Edwin no le dejó cancelar la cita. Vino y los dos hablaron varias horas. Cuando Roberto iba saliendo de la casa, me confesó que había llamado tres veces durante el día para cancelar la cita. Decía que había probado la vida cristiana, pero a él no le servía. Así que ya había roto todas las demás relaciones con creyentes, había quemado su biblia y los libros cristianos, y su llamada a mí iba a ser el último contacto de su vida con gente creyente. Esa noche cambió de parecer y decidió continuar con el Señor. Sigue fiel a Él hasta el día de hoy.

De punto de vista de Roberto, anima mucho saber a qué punto está dispuesto Dios a buscar a sus ovejitas perdidas y devolverlas al redil. De punto de vista mío, me animaba saber que yo podía escuchar bien la "voz" callada pero insistente del Espíritu Santo.