Feliz navidad y un año nuevo con buenas aventuras
Me imagino cómo fue. Una pareja, la mujer embarazada, exhaustos de un viaje, buscaban alojamiento en una ciudad extraña. En cada mesón, cada hostal, encontraron las mismas respuestas a su petición: “Estamos completos”, “no hay nada libre”, “no hay lugar”. Tal vez en realidad no había lugar, pero sospecho que algunas de las respuestas estaban motivadas por pensamientos como “esa gente no se ve muy respetable”, “son galileos, no son de fiar”, “ella dará a luz en cualquier minuto; aquí estamos muy cómodos; ¿por qué complicarnos la vida?”
Los que así despidieron a José y María no sabían que perdían la oportunidad de presenciar uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad.
Hoy día el mismo Jesucristo camina por las calles de Sevilla, buscando alojamiento, alguien que le dé la bienvenida en su vida. Ya no es un bebé pobre, sino el Señor de todo. Sin embargo, sigue recibiendo las mismas respuestas que la gente dio a José y María. “Es el Siglo XXI, hombre; ¿quién va a creer tales cosas?” “Esto tiene que ver con la religión, y la Iglesia no es de fiar.” “No quiero complicarme la vida, que ya la he arreglado y creo a mi manera.” No hay lugar.
Los que así despiden a Jesús no saben que pierden la oportunidad de experimentar la aventura más increíble que se puede imaginar. No se trata de una doctrina ni de una organización, sino de una persona. A lo mejor la vida sí, se complicará bastante, pero de una manera que da gusto.
Compruébalo. Diga desde el corazón algo como “¡Ea, Señor! ¡Por aquí! Aquí tienes casa si quieres. Elegante no es, pero lo que soy y lo que tengo lo comparto contigo.”
Cuáles cosas tendrás que arreglar con él para poder vivir juntos, solamente tú sabes. Pero digo que vale la pena. No te vas a aburrir. Seguro.
Los que así despidieron a José y María no sabían que perdían la oportunidad de presenciar uno de los acontecimientos más importantes en la historia de la humanidad.
Hoy día el mismo Jesucristo camina por las calles de Sevilla, buscando alojamiento, alguien que le dé la bienvenida en su vida. Ya no es un bebé pobre, sino el Señor de todo. Sin embargo, sigue recibiendo las mismas respuestas que la gente dio a José y María. “Es el Siglo XXI, hombre; ¿quién va a creer tales cosas?” “Esto tiene que ver con la religión, y la Iglesia no es de fiar.” “No quiero complicarme la vida, que ya la he arreglado y creo a mi manera.” No hay lugar.
Los que así despiden a Jesús no saben que pierden la oportunidad de experimentar la aventura más increíble que se puede imaginar. No se trata de una doctrina ni de una organización, sino de una persona. A lo mejor la vida sí, se complicará bastante, pero de una manera que da gusto.
Compruébalo. Diga desde el corazón algo como “¡Ea, Señor! ¡Por aquí! Aquí tienes casa si quieres. Elegante no es, pero lo que soy y lo que tengo lo comparto contigo.”
Cuáles cosas tendrás que arreglar con él para poder vivir juntos, solamente tú sabes. Pero digo que vale la pena. No te vas a aburrir. Seguro.
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