Un libro en el correo
El vicio más costoso al que soy adicta son los libros. Mi marido es igual. No podemos resistir las tentaciones de una buena librería, y como resultado tenemos una biblioteca bastante amplia. La mayoría son libros profesionales de la física, la química y la psicología, que antes de la época del Internet eran nuestras herramientas de trabajo. Cuando nos trasladamos a España una tonelada de ellos nos acompañó. (Ya os he dicho que soy química. También soy psicóloga. Algún día os contaré la historia detrás de eso).
Dije que nos acompañaron, pero no era exactamente así. La manera más barata de mandar libros desde Estados Unidos es por correo, usando unos sacos especiales. Mandamos los 50 sacos de libros antes de venir, sabiendo que sería meses antes de recibirlos. Así que mes y medio después de llegar, aún no teníamos libros.
Unos compañeros de trabajo en Córdoba me habían pedido que enseñara un curso para capacitar a personas para ayudar a gente con problemas personales. Mientras preparaba el curso, sentía que me fluían las ideas, y que Dios me estaba ayudando en la tarea. Pero llegué a un punto cuando me di cuenta que necesitaba unos datos de cierto libro, un libro que venía en camino. Puse mi necesidad delante de Dios, pues no había otro remedio.
Un par de horas después, sonó el timbre. Era un amigo que nos trajo los primeros sacos de libros que vendrían llegando poco a poco por mucho tiempo. ¿Cuáles sacos serían? ¿Qué tipo de libros llevarían?
Ya lo sabías. El libro que necesitaba estaba entre ellos, juntamente con otro que también sería de valor para el trabajo. Me animó mucho saber que Dios también estaba trabajando en el proyecto, señal de una buena aventura.
Dije que nos acompañaron, pero no era exactamente así. La manera más barata de mandar libros desde Estados Unidos es por correo, usando unos sacos especiales. Mandamos los 50 sacos de libros antes de venir, sabiendo que sería meses antes de recibirlos. Así que mes y medio después de llegar, aún no teníamos libros.
Unos compañeros de trabajo en Córdoba me habían pedido que enseñara un curso para capacitar a personas para ayudar a gente con problemas personales. Mientras preparaba el curso, sentía que me fluían las ideas, y que Dios me estaba ayudando en la tarea. Pero llegué a un punto cuando me di cuenta que necesitaba unos datos de cierto libro, un libro que venía en camino. Puse mi necesidad delante de Dios, pues no había otro remedio.
Un par de horas después, sonó el timbre. Era un amigo que nos trajo los primeros sacos de libros que vendrían llegando poco a poco por mucho tiempo. ¿Cuáles sacos serían? ¿Qué tipo de libros llevarían?
Ya lo sabías. El libro que necesitaba estaba entre ellos, juntamente con otro que también sería de valor para el trabajo. Me animó mucho saber que Dios también estaba trabajando en el proyecto, señal de una buena aventura.
Etiquetas: Dios contesta las oraciones, Dios nos cuida
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