Una carta de madrugada
Anoche recibí una llamada telefónica de unos amigos en una situación muy difícil. Pidieron la oración y unos consejos. Les escuché, les dije lo que me parecía correcto que hicieran en el caso y oré por ellos. Había hecho lo que querían.
Pero luego a las cuatro de la madrugada me encontré muy despierta, pensando en mis amigos. Se me ocurrió que podría también ayudarles escribiéndo una carta, y las palabras de la carta empezaban a venir a mi mente. Después de un tiempo ya no aguantaba más. Me levanté y escribí la carta. O mejor dicho, presté mis dedos y la carta se escribió por si misma. Nunca he escrito nada tan fácilmente, aunque era una carta teóricamente muy difícil.
Dios ama mucho a mis amigos, especialmente a las cuatro de la madrugada.
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