Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

22.2.07

Quiero la paciencia, y la quiero ahora mismo

Ayer fue uno de esos días en que habría sido mejor no haber salido de la cama. De alguna manera logré perder una cita con unas personas, equivocarme en una carta que escribí, golpearme la cabeza de tal manera que sangró por todo lado, comprar manzanas cuando ya teníamos y olvidar los plátanos que necesitábamos, discutir con mi marido, y quemar la comida, todo antes de las tres de la tarde. El gato hizo pipí en el suelo. Recibimos una carta de una desconocida diciéndonos que es malísimo envolucrarnos tanto en la vida de nuestro pueblo, como hacemos, pero si nos arrepintiéramos aún hay tiempo para que Dios nos perdone.

Me hizo recordar un tiempo hace muchos años cuando cometí el error de pedirle a Dios que me diera paciencia. No sabía que para responder a tal petición Dios nos da un curso de laboratorio. Nos da situaciones en que hay que practicar la paciencia, para que aprendamos.

En ese entonces trabajaba en un laboratorio de química y descubrí que en un laboratorio hay muchísimas oportunidades de ejercer la paciencia. Después de varias semanas de "práctica" tuve un accidente en que todo el trabajo de varias semanas quedó arruinado. El compañero que provocó el accidente entendía la gravedad de lo que había hecho y quedó asustado, anticipando recibir palabrotas a gritos. Pero yo sabía que en efecto no tenía nada que ver con el compañero. Era un examen en mi curso de paciencia. Sin decir nada, cogí una escoba y empecé a limpiar el suelo.

El problema es que no acabo de terminar el curso. Me falta todavía, y de vez en cuando el Señor me manda otro examen, de sorpresa, como ayer. Ojalá hubiera sacado mejor nota ayer.