Orando y sin miedo
Un amigo acaba de mandarme el texto de una profecía acerca de un desastre que vendrá sobre todo el mundo, pero especialmente en las ciudades y concentrado en Estados Unidos. Normalmente no presto mucha atención a tales previsiones, pues hay alarmistas por todo lado, especialmente en estos días de crisis económica y ecológica.
Sin embargo esta vez presto atención; primero por respeto al profeta, David Wilkerson, un hombre respetado de demostrada sensibilidad a la voz de Dios; y segundo porque concuerda con mi propia impresión que la condición cada vez peor de la tierra parece más y más a lo que se describe en el libro de Apocalipsis. Puedes leer la profecía en Un Mensaje Urgente, o (en inglés) An Urgent Message.
Pero también he leído lo que Jesucristo dijo que debíamos hacer en tal caso. Se encuentra en el Evangelio según San Lucas, capítulo 21, versículos 34 – 36.
Nuestra respuesta a lo que pase no debe ser el miedo. Tenemos que asegurar que no estemos siguiendo la corriente de hedonismo que caracteriza nuestros tiempos, ni tampoco estemos consumidos con las dificultades que se nos presenten en la vida. Cristo nos invita a pedir que podamos escapar del desastre.
Puede venir quién sabe qué cosa, pero el Señor no se olvidará de los que dependen de Él.
Sin embargo esta vez presto atención; primero por respeto al profeta, David Wilkerson, un hombre respetado de demostrada sensibilidad a la voz de Dios; y segundo porque concuerda con mi propia impresión que la condición cada vez peor de la tierra parece más y más a lo que se describe en el libro de Apocalipsis. Puedes leer la profecía en Un Mensaje Urgente, o (en inglés) An Urgent Message.
Pero también he leído lo que Jesucristo dijo que debíamos hacer en tal caso. Se encuentra en el Evangelio según San Lucas, capítulo 21, versículos 34 – 36.
Mirad también por vosotros mismos, que vuestros corazones no se carguen de glotonería y embriaguez y de los afanes de esta vida, y venga de repente sobre vosotros aquel día. Porque como un lazo vendrá sobre todos los que habitan sobre la faz de toda la tierra. Velad, pues, en todo tiempo orando que seáis tenidos por dignos de escapar de todas estas cosas que vendrán, y de estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Nuestra respuesta a lo que pase no debe ser el miedo. Tenemos que asegurar que no estemos siguiendo la corriente de hedonismo que caracteriza nuestros tiempos, ni tampoco estemos consumidos con las dificultades que se nos presenten en la vida. Cristo nos invita a pedir que podamos escapar del desastre.
Puede venir quién sabe qué cosa, pero el Señor no se olvidará de los que dependen de Él.
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