Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

1.3.08

El Espíritu te guiará

Habíamos ido a Valencia muchas veces y sabíamos exactamente cuánto tiempo nos costaba el viaje. A eso sumamos tres horas para no tener apuros en llegar para las conferencias sobre el origen del universo que habían pedido a mi marido en la Universidad de Valencia. Queríamos tiempo para relajarnos y hablar con los organizadores de las conferencias. Ellos luego también tendrían que llevarnos a la facultad de matemáticas en Burjasot, porque no conocíamos el lugar.

El viaje nos iba bien, hasta llegar a la bajada de Despeñaperros. Allí todo el tráfico estaba parado. Después de un tiempo llegó la noticia que un camión se había accidentado a la entrada de un túnel y no había más remedio que esperar un tiempo largo. Disfrutamos el paisaje magnífico y le pedimos al Señor que nos ayudara a llegar a tiempo. Costó casi las tres horas “extras” que teníamos para desbloquear el camino.

Cuando llamamos a los organizadores nos dijeron que fuéramos directamente a la universidad. Pudimos localizar Burjasot en el mapa, pero una vez allí, no teníamos idea de cómo llegar a la facultad de matemáticas. Faltando diez minutos para la hora anunciada para empezar la conferencia, seguíamos buscando y orando, y seguía creciendo la tensión. En cada intersección elegimos lo que nos parecía mejor, pero sin dirección ninguna.

Al fin llegamos a un vecindario que tenía edificios que podrían albergar facultades universitarias. Decidimos parar allí y preguntar. Encontré donde parar el coche y mi marido bajó y entró en el edificio al lado. Cuando salió tenía una expresión de incredulidad en la cara. Ese edificio era exactamente el que buscábamos. Y como postre, ¡el lugar donde había parado el coche era un espacio legal para aparcar!

Entramos y encontramos que unas 60 personas ya habían llegado y el salón se estaba llenando. Mi marido tenía justamente el tiempo necesario para cambiar la camisa y ponerse corbata antes de la presentación.

Me gustaría ser guiada siempre por el Espíritu Santo de esa manera.