El Espíritu te guiará
Habíamos ido a Valencia muchas veces y sabíamos exactamente cuánto tiempo nos costaba el viaje. A eso sumamos tres horas para no tener apuros en llegar para las conferencias sobre el origen del universo que habían pedido a mi marido en la Universidad de Valencia. Queríamos tiempo para relajarnos y hablar con los organizadores de las conferencias. Ellos luego también tendrían que llevarnos a la facultad de matemáticas en Burjasot, porque no conocíamos el lugar.
El viaje nos iba bien, hasta llegar a la bajada de Despeñaperros. Allí todo el tráfico estaba parado. Después de un tiempo llegó la noticia que un camión se había accidentado a la entrada de un túnel y no había más remedio que esperar un tiempo largo. Disfrutamos el paisaje magnífico y le pedimos al Señor que nos ayudara a llegar a tiempo. Costó casi las tres horas “extras” que teníamos para desbloquear el camino.
Cuando llamamos a los organizadores nos dijeron que fuéramos directamente a la universidad. Pudimos localizar Burjasot en el mapa, pero una vez allí, no teníamos idea de cómo llegar a la facultad de matemáticas. Faltando diez minutos para la hora anunciada para empezar la conferencia, seguíamos buscando y orando, y seguía creciendo la tensión. En cada intersección elegimos lo que nos parecía mejor, pero sin dirección ninguna.
Al fin llegamos a un vecindario que tenía edificios que podrían albergar facultades universitarias. Decidimos parar allí y preguntar. Encontré donde parar el coche y mi marido bajó y entró en el edificio al lado. Cuando salió tenía una expresión de incredulidad en la cara. Ese edificio era exactamente el que buscábamos. Y como postre, ¡el lugar donde había parado el coche era un espacio legal para aparcar!
Entramos y encontramos que unas 60 personas ya habían llegado y el salón se estaba llenando. Mi marido tenía justamente el tiempo necesario para cambiar la camisa y ponerse corbata antes de la presentación.
Me gustaría ser guiada siempre por el Espíritu Santo de esa manera.
El viaje nos iba bien, hasta llegar a la bajada de Despeñaperros. Allí todo el tráfico estaba parado. Después de un tiempo llegó la noticia que un camión se había accidentado a la entrada de un túnel y no había más remedio que esperar un tiempo largo. Disfrutamos el paisaje magnífico y le pedimos al Señor que nos ayudara a llegar a tiempo. Costó casi las tres horas “extras” que teníamos para desbloquear el camino.
Cuando llamamos a los organizadores nos dijeron que fuéramos directamente a la universidad. Pudimos localizar Burjasot en el mapa, pero una vez allí, no teníamos idea de cómo llegar a la facultad de matemáticas. Faltando diez minutos para la hora anunciada para empezar la conferencia, seguíamos buscando y orando, y seguía creciendo la tensión. En cada intersección elegimos lo que nos parecía mejor, pero sin dirección ninguna.
Al fin llegamos a un vecindario que tenía edificios que podrían albergar facultades universitarias. Decidimos parar allí y preguntar. Encontré donde parar el coche y mi marido bajó y entró en el edificio al lado. Cuando salió tenía una expresión de incredulidad en la cara. Ese edificio era exactamente el que buscábamos. Y como postre, ¡el lugar donde había parado el coche era un espacio legal para aparcar!
Entramos y encontramos que unas 60 personas ya habían llegado y el salón se estaba llenando. Mi marido tenía justamente el tiempo necesario para cambiar la camisa y ponerse corbata antes de la presentación.
Me gustaría ser guiada siempre por el Espíritu Santo de esa manera.
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