Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

5.9.08

Cruz y rayo

Parece que necesito un rayo del cielo para convencerme a cambiar de dirección. Hace unos meses que no escribo aquí. El Señor no ha fallado, sino que soy yo que no he compartido sus bendiciones con otros como es debido.

Hace unas semanas mi marido y yo fuimos a visitar a nuestro hijo y su familia, que viven a hora y media del lugar en Estados Unidos donde estamos por el momento. Cuando íbamos saliendo de su casa de noche para regresar a la nuestra, de repente una tormenta tremenda se declaró. Subió el viento y los rayos iluminaron el cielo casi continuamente. Los truenos competieron con el alarido de la alarma anunciando un posible tornado. Decidimos no salir en el coche. Con cierta ansiedad todos vimos el reportaje en la televisión que daba noticias de la tormenta, trazando su pasaje por esa región.

Al fin el mapa en la televisión mostraba que lo más gordo de la tormenta ya nos había pasado, siguiendo al este. Como nosotros íbamos para el oeste decidimos partir para la casa. Todo fue bien durante la primera hora, pero luego vimos que por adelante otra vez el cielo estaba continuamente iluminado. ¡Era otra tormenta igual que la primera! Venía directamente hacia nosotros y no había ningún lugar para escondernos. Dentro de pocos minutos viajábamos en el puro centro de la tormenta, los rayos iluminando nuestro camino como si fuera de día.

Un trueno ensordecedor, un temblor en la tierra, y la luz brillante del rayo llegaron simultáneamente cuando un rayo tocó tierra a pocos metros del coche. A pesar de que nuestro coche estaba más alto que lo que estaba al lado del camino, el rayo había caído a nuestro lado. Dios nos había protegido. Tengo que contarlo.

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente…
No temerás el terror nocturno..” Salmo 91: 1, 5

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