Dos detalles
El otro día mi marido inventó una manera de colgar la fregona en la bañera. Era un detalle aparentemente insignificante, pero para mí era importante porque me resolvía un problema que me había fastidiado bastante tiempo, y porque me indicaba que él estaba pensando en mí y que me amaba.
El Señor también me hizo un detalle. Era algo también casi insignificante: proveyó un número de teléfono que yo urgentemente necesitaba, y lo hizo hasta con varios días de antelación. Fue una cosita que se podría clasificar de casualidad, o considerar que no valía mencionarse. Pero la verdad es que me resolvió un problema enorme. También me indicaba que Él estaba pensando en mí y que me amaba.
Alguien ha dicho que el diablo está en los detalles. Quiero decir que para mí, el detallista es Dios. No espero hasta que mi marido haga algún hazaña para darle las gracias. De la misma manera busco cada día los detalles que mi buen Jesucristo me regala, para darle las gracias.
El Señor también me hizo un detalle. Era algo también casi insignificante: proveyó un número de teléfono que yo urgentemente necesitaba, y lo hizo hasta con varios días de antelación. Fue una cosita que se podría clasificar de casualidad, o considerar que no valía mencionarse. Pero la verdad es que me resolvió un problema enorme. También me indicaba que Él estaba pensando en mí y que me amaba.
Alguien ha dicho que el diablo está en los detalles. Quiero decir que para mí, el detallista es Dios. No espero hasta que mi marido haga algún hazaña para darle las gracias. De la misma manera busco cada día los detalles que mi buen Jesucristo me regala, para darle las gracias.
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