Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

11.8.10

Si tú me golpeas, y si yo me entero...

Por la gracia de Dios no estoy en la cárcel por homicidio.

Hace más de cinco semanas que no tenemos teléfono. Cometimos el error de aceptar una oferta maravillosa de Yacom, de tener teléfono e Internet más rápido y más económicos que antes. Nos quitaron el teléfono y el Internet viejos, y...nada.

Después de una semana sin nada empezamos el proceso de intentar quejarnos. Llamamos a la compañía, pero solamente tienen un número 902, y hay que pagarles a ellos por el privilegio de llamar y quejarse. Nos hacían esperar largos ratos, cobrándonos la espera, hasta que ya no teníamos saldo en el móvil (habían quitado el teléfono fijo, recuerdas). Decían que estaban trabajando en el problema y que nos llamaría el departamento técnico, pero nunca llamaron. Nos dieron un número de teléfono que podríamos llamar para no tener que pagar la tarifa alta de 902. El número no está en función. Nos dieron una dirección de correo electrónico para escribir, pero es una dirección que no se atiende para recibir mensajes.

Después de tres semanas sin nada, y después de haber gastado más de 130 euros en llamadas inútiles, yo había desarrollado una actitud bastante negativa. Esa actitud tomaba fuerza también del testimonio de un vecino que dijo que había tenido la misma experiencia con Yacom y que no lo resolvieron en seis meses y tuvieron que llevar la compañía a los tribunales para obtener la baja. Sugerí que llamáramos al banco para que no pagaran y que demandáramos una de esas hojas de quejas. Mi marido, con la paciencia de Job, me dijo que no, que eso crearía más problemas aún.

Descubrimos luego que después de tantas llamadas la base de datos de la compañía seguía diciendo que lo nuestro estaba funcionando perfectamente, que no habían recibido ninguna queja. Ni habían abierto una “incidencia”. Todo había sido para nada. Ahora, además de las sugerencias vengativas de antes, también yo quería agarrar una barra de acero y empezar a golpear con ella, sin escatimar ciertas cabezas. Pero Yacom seguiría siendo el gigante que me vería a mí, el enano, y me diría, “Si tú me golpeas, y si yo me entero...” Y supongo que no disfrutaría mucho de teléfono e Internet en la cárcel, tampoco.

Con rabia una mañana me puse a leer la Biblia y me tocaba la porción donde Jesucristo dice que si tuviera fe, aun una fe tan pequeña como una semilla de mostaza, que podría decirle a una montaña que se moviera y se movería. Bueno, tenía una montaña que había que moverse. Ha sido mi intención durante años poner in práctica lo que encuentro en la Biblia. De tal modo, le dije a Yacom que se moviera.

Ese mismo día recibimos por primera vez una llamada de la compañía. Luego llamaron de nuevo. Esta historia no ha terminado todavía. Ora por mí para que recuerde dejar que el Señor mueva la montaña y no yo. Luego les cuento cómo ha salido.