Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

30.4.09

¿Por qué no aprendían ellos?

Ayer leía el Salmo 106 que da ejemplo tras ejemplo de cómo Dios ayudaba a los Israelitas y ellos muy pronto se olvidaban lo que había hecho. Me preguntaba cómo sería posible que viendo tantos milagros ellos pudieran abandonar su fe e ir por su propio camino.

Después de la lectura me puse manos a la obra intentando terminar de escribir algo que ha sido un proyecto largo. Hace tiempo he tenido la obra abandonada por no saber qué hacer con ella. Pero la semana pasada decidí pedirle al Señor que me diera el título del producto final, y dentro de unos minutos se me ocurrió un título que me servirá muy bien. Ayer me senté frente al ordenador para escribir y no se me ocurrió nada. Mente en blanco. La frustración que he sentido por meses volvía a atacar. Sentí la tentación de perder el tiempo con video juegos.

Y me vino el pensamiento, “¿Preguntas por qué no aprendían ellos? Debes entenderlo porque tú haces lo mismo. La semana pasada el Señor te dio el título. ¿Por qué no le has preguntado qué tienes que hacer ahora?”

Cuando pedí, me dio el próximo paso, algo tan obvio que lo extraño es que no lo viera antes. Parece que hay dos proyectos aquí. Yo intento escribir el libro. Al Señor le interesa el libro, pero aun más le interesa enseñarme a seguir dependiendo de su gracia en vez de habitualmente hacer las cosas a mi manera. Algo me dice que el proyecto mío es más fácil que el suyo.

23.4.09

Una economía diferente

En estos días de crisis económica abundan los consejos en los periódicos sobre cómo ahorrar dinero y llegar al fin de mes. Ningún artículo hace recomendaciones tan contra intuitivas como lo que dice la Biblia, sin embargo. En Eclesiastés capítulo 11 dice, “Echa tu pan sobre las aguas, porque después de muchos días lo hallarás. Reparte a siete, y aun a ocho, porque no sabes el mal que vendrá sobre la tierra.”

Compartir lo que uno tiene en tiempos inciertos no es lógico. Ahorrar y acaparar, sí. Además, lo citado dice que el pan que uno echa sobre las aguas volverá después de muchos días, pero ¿quién quiere pan mojado? Puedo testificar que cuando Dios devuelve el pan, no lo devuelve mojado, sino bueno y fresco.

Hace muchos años cuando nos preparábamos para ir a vivir en Costa Rica, teníamos que deshacernos de todos nuestros muebles. Unos amigos, una familia numerosa, pasaba por una racha difícil y estaban vendiendo sus muebles para poder comer. Su sala estaba completamente vacía. Mi marido y yo sentimos que en vez de vender nuestros muebles de sala, teníamos que regalárselos. Teníamos disponible una vagoneta, en la cual lo metimos todo y fuimos a la casa de ellos sin avisarles nada.

En mi vida he disfrutado de algo más que de la media hora siguiente. Apenas controlando nuestras risas, cargamos en nuestros hombros la alfombra enrollado y tocamos el timbre de la casa. Cuando contestó nuestra amiga, entramos en la casa sin decir nada y desenrollamos la alfombra en la sala. Después trajimos el sofá y las butacas, un sillón de relax, un puf, una mesita, y una lámpara de pie. Nos fuimos antes que nuestra amiga pudiera salir de su asombro y recobrar la voz.

Después nos contaron que el marido de la mujer había estado muy desanimado por su situación y le había pedido a Dios una señal que todo saldría bien. Específicamente había pedido una alfombra, un sillón de relax, un puf, y una lámpara buena para leer. En arreglarles la sala, hasta habíamos puesto la lámpara al lado del sillón, sin saber que fuera importante eso.

Transcurrieron muchos días - 13 años para ser exacto. Mientras vivíamos en Costa Rica perdimos contacto con ellos. Luego viviendo en California, de sorpresa recibimos una llamada telefónica del marido, quien nos había encontrado de alguna manera. Vino a nuestra casa y trajo comida – muchísima comida y de buena calidad. Las situaciones estaban a revés. Ellos estaban mudándose de casa y nosotros pasábamos una racha difícil económicamente. El pan había vuelto.

Ahora estamos reduciendo nuestras posesiones en preparación para compartir nuestra casa con una amiga. ¿Cómo es posible que tengamos tanto? Y como ella también tiene una casa completa, tenemos que entresacar lo que realmente se necesita.

Anticipo con entusiasmo las aventuras que vamos a tener cuando el Señor encuentre nuevos hogares para las cosas que sobran.