Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

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Lugar: Indiana, United States

9.9.08

Un pájaro caído


Esta mañana oí un pequeño “tuc” en la puerta de cristal que conduce al patio. Investigando encontré un pajarito caído en el suelo. Aparentemente había volado contra el cristal y se dio una sorpresa cuando el aire se cristalizó en su camino. Intentó ponerse de pie, pero no pudo sostenerse y cayó del otro lado. El pequeño accidentado no lograba mantenerse de pie por más de unos segundos.

Mientras lo observaba a través del cristal, recordé que Jesucristo había dicho que ni un pajarito caía sin que su Padre lo notara. Entonces empecé a orar por mi vecinito. Poco a poco se recuperaba el equilibrio y dentro de poco se quedó quieto pero de pie. Fui a buscar la cámara y le sacó una foto. Luego se me ocurrió abrir un poco la puerta para sacar una mejor, pero cuando intenté hacerlo se asustó y se fue volando. Me alegró mucho que pudiera hacerlo.

Aprendí dos cosas de todo esto. Primero, que es cierto lo que dijo Jesucristo, que a Dios le preocupaba el pájaro. Creo que escuchó mi oración. Entonces debe ser cierta también la conclusión que Dios se preocupa por mí. No estoy sola ni abandonada.

Después pensaba en todos los pájaros que mueren cada minuto en el mundo sin que nadie se preocupe. Más que eso, hay especies enteras que se acercan a la extinción. Peor aún, hay millones de personas que sufren y mueren sin que nadie les ayude ni ore por ellos. Entre inundaciones y terremotos y sequías y ataques terroristas y pobreza institucional y gobiernos opresivos e intolerancia y otros horrores más, las noticias diarias me presentan con más necesitados que puedo imaginar, sin pensar en ayudar. ¿Se preocupará Dios por ellos, aunque no creen en Él? Pensando en el pajarito, considero la tarea de orar por ellos, pero encuentro aun esa tarea abrumadora.

No puedo hacerlo todo. Tal vez por eso Jesucristo nos mandó amar y cuidar de nuestros prójimos. Es decir, los que nos quedan de cerca. Pero con el Internet y el transporte rápido y negocios internacionales, todos me quedan cercanos. Soy solamente una persona. Me preocuparé a orar y ayudar a los que puedo. Si también lo haces tú, se cubrirán doble la cantidad de necesidades. Haz lo que puedes.

Y no temas. Vales mucho más que los pájaros.

5.9.08

Cruz y rayo

Parece que necesito un rayo del cielo para convencerme a cambiar de dirección. Hace unos meses que no escribo aquí. El Señor no ha fallado, sino que soy yo que no he compartido sus bendiciones con otros como es debido.

Hace unas semanas mi marido y yo fuimos a visitar a nuestro hijo y su familia, que viven a hora y media del lugar en Estados Unidos donde estamos por el momento. Cuando íbamos saliendo de su casa de noche para regresar a la nuestra, de repente una tormenta tremenda se declaró. Subió el viento y los rayos iluminaron el cielo casi continuamente. Los truenos competieron con el alarido de la alarma anunciando un posible tornado. Decidimos no salir en el coche. Con cierta ansiedad todos vimos el reportaje en la televisión que daba noticias de la tormenta, trazando su pasaje por esa región.

Al fin el mapa en la televisión mostraba que lo más gordo de la tormenta ya nos había pasado, siguiendo al este. Como nosotros íbamos para el oeste decidimos partir para la casa. Todo fue bien durante la primera hora, pero luego vimos que por adelante otra vez el cielo estaba continuamente iluminado. ¡Era otra tormenta igual que la primera! Venía directamente hacia nosotros y no había ningún lugar para escondernos. Dentro de pocos minutos viajábamos en el puro centro de la tormenta, los rayos iluminando nuestro camino como si fuera de día.

Un trueno ensordecedor, un temblor en la tierra, y la luz brillante del rayo llegaron simultáneamente cuando un rayo tocó tierra a pocos metros del coche. A pesar de que nuestro coche estaba más alto que lo que estaba al lado del camino, el rayo había caído a nuestro lado. Dios nos había protegido. Tengo que contarlo.

“El que habita al abrigo del Altísimo morará bajo la sombra del Omnipotente…
No temerás el terror nocturno..” Salmo 91: 1, 5

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