Buenas Aventuras

En general, la religión es aburrida. Sin embargo, no hay nada más interesante en toda la creación que Dios mismo. No hay aventura mejor que las que podemos tener con Jesucristo. Siempre resultan buenas, y las historias no tienen nada de aburridas. Ser "bienaventurado", equivale a ser bendecido. Hace más de 40 años empecé a tener aventuras con Cristo. Aquí comparto contigo algunas de mis historias.

Mi foto
Nombre:
Lugar: Indiana, United States

23.6.10

Un día maravilloso

El miércoles pasado tuve un día maravilloso. Casi todo lo que hice me salió estupendamente. Personas con quienes tenía que hablar me llamaron o les encontré en la calle. Terminé un proyecto en que había trabajado durante meses. Se resolvió un conflicto. Progresé bastante en el proceso de limpiar mi oficina (un proyecto graaaaande). En todo el día no hubo ni dos minutos mal gastados.

Al fin del día me sentía muy bien. Entré en Facebook para saber las noticias de mis hijos y nietos. Allí encontré un mensaje de una amiga, “He sentido orar por ti hoy. He orado mucho. Cómo te ha ido el día?” Me di cuenta que mi día maravilloso no se debía a mi trabajo arduo, ni a mis grandes habilidades, ni a mi inteligencia, ni a la suerte, sino a la gracia de Dios proporcionada por las oraciones de mi amiga.

Esta mañana leí una historia en la Biblia que tiene elementos en común con mi experiencia. En Éxodo capítulo 17, Moisés manda al joven Josué a elegir unos guerreros y salir a pelear contra el pueblo de Amalec, que les había atacado. Mientras peleaban, Moisés y dos ayudantes subieron a la cumbre de un cerro donde podrían ver la batalla. Moisés oraba por ellos, extendiendo sus brazos hacia el cielo, teniendo en su mano la vara que había usado para hacer milagros. Cuando alzaba los brazos, Josué y su compañía ganaban. Cuando bajaba los brazos, perdían. Para mantenerlos arriba, los ayudantes trajeron una piedra, Moisés se sentó, y sus ayudantes le sostenían los brazos hasta la tarde cuando al fin triunfó Josué.

Entonces Dios le dijo a Moisés: “Escribe esto para memoria en un libro, y que lo oiga Josué.” Si Josué no oyera lo que había sucedido encima del cerro, podría concluir que su propia fuerza y habilidad le habría traído la victoria. Más tarde cuando le tocaría encabezar el pueblo, podría actuar de manera orgullosa, sin depender del Dios que era él que hacía los milagros de los cuales dependían.

Me impresiona el poder que tenemos a nuestra disposición cuando oramos los unos por los otros. Doy gracias por mis amigos que oran por mí. Quiero dedicar más tiempo a orar también por otros.

¿Puedo orar por ti?

El valor de la historia

Hace muchos años empecé a escribir todos los días lo que el Señor hacía conmigo. Mi motivo era no olvidar las cosas buenas que Dios hacía conmigo. Me conozco, que tengo una memoria perversa que tiende a olvidar lo bueno y recordar lo malo. Quería tener documentado lo que pasaba, para que en momentos de preocupación podría recordar el pasado y cobrar esperanza para el futuro.

Hoy hubiera leído en mis cuadernos. Vino una crisis (no muy grande por cierto) y me puse toda preocupada. Fue mi marido que empezaba a contarme cómo Dios nos había sacado de aprietos peores y que seguro Él podría hacerlo ahora también. Me recordó de las mismas historias que he contado en este blog, especialmente las más antiguas. Tenía razón.

Me receté volver a leer la entrada “La Bombona” del 10 de agosto de 2006. Es bueno recordarlo.

21.6.10

Dios no ha terminado conmigo todavía

El sábado por la noche me encontré con varios amigos que hace tiempo no nos hemos visto. Me sorprendió la manera en que habían cambiado. El primero había avanzado mucho, realizando algunos de sus sueños más importantes. Otro había pasado un tiempo de tristeza y desánimo, y recientemente ha recobrado fuerzas. Una amiga deprimida sigue deprimida.

Me di cuenta que yo también he cambiado desde el último encuentro con cada uno de ellos. He dejado unas actividades y empezado otras. He cambiado mi punto de vista en alunas cosas. Hay más actividades que físicamente ya no puedo hacer.

La vida ocurre un día a la vez y es posible que no notemos que estamos cambiando hasta tener encuentros como tuve el sábado. Los niños crecen más rápidamente, pero los adultos tampoco somos estáticos.

Tengo la sensación que Dios está trabajando en mí para hacerme más y más como él quiere que sea. Espero que sí. No soy todavía el producto final.

Así que tengan paciencia conmigo, por favor. Los andamios siguen puestos.

18.6.10

Lejos de mi casa

Acabo de darme cuenta que he vivido más de treinta años, casi la mitad de mi vida, en países extranjeros. Vivo en España pero no convenzo a nadie que sea española. Viví nueve años en Costa Rica, pero la última vez que visité allí el país había cambiado tanto que no sabía navegar. Cuando voy a Estados Unidos tengo familia y amigos, pero no estoy “en casa” en ningún lugar porque he estado fuera demasiado. Yo he cambiado y el lugar también ha cambiado.  En fin, no tengo patria.

No me quejo. Los amigos que tengo en muchos lugares son preciosos. Me han enriquecido mucho, y tanto de lo que soy lo tengo de ellos. Aunque la vida es un poco complicada a veces, no he pasado necesidad. La Biblia dice que Dios guarda a los extranjeros (Salmo 146:9).

Pienso que también Jesucristo era “extranjero”, aunque técnicamente vivió en el mismo país donde nació. Él dejó el cielo para nacer aquí en esta tierra, donde no encontró mucha bienvenida. Aún hoy en día debe sentirse muy solo caminando por nuestras ciudades. Está de moda rechazarle. Supongo que cuando recibe una invitación a entrar en la vida de alguien, acepta con mucha alegría.

Soy extranjera pero no estoy sola, y mi acompañante conoce bien la condición y me puede guiar.

14.6.10

Hasta cuándo, Señor?

A veces ciertas cosas parecen eternas, por ejemplo el verano en Sevilla. Todos sabemos que para octubre la temperatura empezará a bajar, pero en septiembre parece que el tiempo no se mueva. Otras cosas que “no se cambian nunca” son la opresión en Corea del Norte y la avaricia que nos ha metido en la crisis económica actual. Hay cosas positivas que parecen que durarán mucho, también, como los jóvenes creen que siempre tendrán su salud y fuerza. Pero hablo de lo que quisiéramos que terminara.

Esta semana cambió algo que yo había clasificado como permanente. Una organización con quien mi marido y yo tenemos que mantener una relación ha tomado una postura agresiva e intolerante hacia nosotros durante muchos años. El jueves nos enteramos de que han cambiado de presidente y las personas que más dificultad nos daban ya no están. Podemos respirar.

Dios se preocupa por nosotros, aunque a veces nos parece que tarda demasiado en contestar nuestras plegarias. Dios le dijo a Moisés que se preocupaba por su pueblo en la esclavitud, y lo liberó. Muchísimos de los salmos son peticiones de ayuda y afirmaciones que Dios ha contestado. También en el nuevo testamento nos dice que Dios no nos dejará sufrir más de lo que podemos soportar (I Corintios 10:13). A veces preferiría que Dios no tuviera tanta confianza en mi habilidad para soportar.

Pero lo malo no dura para siempre. Llegaremos al final del túnel. He leído el fin de la historia y sé cómo termina (también puedes leerlo en el libro de Apocalipsis). Ganan los que tienen fe en Jesucristo.

5.6.10

Por obra y omisión, por mi gran culpa

Acabo de leer un artículo acerca del escándalo en la Iglesia Católica por los abusos sexuales a los niños por sacerdotes. Dice el artículo que el Papa tiene que decidir si pide perdón de parte de la Iglesia y por sí mismo por la manera en que han manejado mal esta situación durante tantos años. Es una decisión “difícil” porque la gente demanda la justicia pero él teme perder su autoridad.

No me gusta decir cosas polémicas, y no creo que el Papa me vaya a tomar en cuenta de todas formas, pero siento que tenga que decir algo.

Recomiendo a Su Santidad la lectura de lo que dijo el Apóstol Juan: “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad. Si decimos que no hemos pecado, le hacemos a Él mentiroso, y su palabra no está en nosotros.” (Primera epístola de San Juan, capítulo 1, versículos 8-10)

Como psicóloga, he hablado con muchos padres de familia que no quieren pedir perdón a sus hijos porque temen perder su autoridad sobre ellos. Pero es a revés. Los hijos ya saben que los padres han pecado. Si intentan disimular para que aparente que no, los hijos detectan la hipocresía y pierden el respeto a sus padres. El pedir perdón, por doloroso que sea, no quita autoridad sino la establece.

Muy pronto sabremos si el Papa valoriza más la autoridad espiritual que procede de obedecer la Palabra de Dios y que haría mucho para recobrar el respeto de sus feligreses, o la autoridad eclesiástica que intenta mantener que la Iglesia no comete errores.

Espero que elija bien.

4.6.10

Cuidado cómo pides

Ayer por la tarde estaba pensando en el gran número de proyectos que tengo paralizados, atascados por varios motivos. Decidí pedirle al Señor que cambiara la situación, que hubiera movimiento y dirección.

Dentro de menos de una hora recibí un correo electrónico de alguien a quien le había pedido ayuda en el proyecto más grande. Dijo que le parecía magnífico el proyecto pero no me podía ayudar.

Vaya respuesta a la oración. Me había imaginado otro tipo de cambio. Pero luego vi que la respuesta sí había desatascado la situación. Saber que una vía no es posible me llevó a buscar otra que tal vez sirve. Elegir otro ataque también desatascó dos proyectos más.

Cuidado cómo pides. La respuesta que menos quieres puede ser la mejor.

2.6.10

Se afina la orquesta, habrá concierto

Me gusta hacer la música, especialmente con otras personas. Con instrumentos, con voces, no importa. Varias personas poniendo lo que pueden, producen un efecto mucho más de lo que uno podría hacer solo.

Para hacerlo, tienen que colaborar: cada uno tiene que ensayar con su instrumento para tocarlo bien, deben afinar sus instrumentos, tienen que decidir tocar la misma cosa, cada uno debe limitarse a tocar la partitura que le pertenece, y tienen que someterse a un director que indica el ritmo y cuándo hay que empezar. Si no son profesionales, también tienen que aceptar, enseñar, y a veces soportar a los que no saben tocar bien.

Los humanos somos como una orquesta en cuanto a nuestra convivencia. Dios le ha dado a cada uno unas habilidades, y a cada cristiano unos dones espirituales, para que participemos en la música de la vida. Si cada uno contribuye lo que puede, y lo hace de la manera debida, sale algo bonito.

Pero entra el egoísmo y queremos hacer las cosas a nuestra propia manera. Todos quieren ser el solista. El bajo quiere tocar como flauta. Cada uno va a su propio ritmo sin tomar en cuenta la dirección comunitaria. Algunos tocan totalmente otra cosa. No es de sorprender que los periódicos se llenen de las malas noticias que salen de allí.

Pero la música con buena harmonía es una manera de alabar a Dios.  "Gritad con gozo al Señor, toda la tierra, cantad con júbilo con música; haced música con el harpa, con el harpa y el sonido del canto, con trompetas...." (Salmo 98:4-6)  Sepamos cada uno ser buen administrador de los dones que Dios le ha dado para que salga la música y no cacafonía.

1.6.10

El Jardinero me poda

Recientemente podaron el limonero frente a nuestra casa. Veo que dentro de poco van a tener que hacerlo de nuevo, porque salen muchos brotes del tronco. El árbol tiene mucha vida y se nota por la cantidad de nuevas ramitas. Pero no se puede permitir que todas esas ramitas sigan creciendo, porque el resultado no sería bonito y produciría menos limones. Hay que podarlo.

Jesucristo dijo que Dios es como un jardinero que nos poda (Juan 15:1-2). Nos corta cosas que no convienen, limpiándonos a veces, y a veces hasta quitándonos algo que en si mismo está bueno pero que consume mucha energía y tiempo y no nos lleva a producir buenos frutos. “Toda rama que produce fruto lo poda para que produzca aún más fruto.”

A veces no entiendo lo que hace. No me parecía lógico que me quitara mis maneras de hacer la música, pues me gusta mucho. Pero ahora puedo ver que me diluía los esfuerzos y ahora produzco más. En un sentido el tijeretazo mismo es una confirmación del Señor de que estoy produciendo fruto.

Aunque duele.